Nota tomada de ANNCOL
Ni contra revolucionaria, ni obsecuente...
POR INGRID STORGEN
¿Será que en este mundo revuelto debemos mantener silencio para no herir susceptibilidades aunque recibamos palos que nos hieren hasta las ganas de seguir hablando de solidaridad?
¿Será que la palabra entrega aniquila a otra mucho más tierna: solidaridad?
¿Será que tendremos que renunciar a principios irrenunciables, aceptar lo inaceptable, avalar lo “in-avalable” para seguir contando con la simpatía de todos?
¿Será que es cierto aquello que se decía en Argentina, en la época de la dictadura más feroz que haya conocido ese pueblo, “el silencio es salud”?
Pues que si de esto se trata seguramente estaremos enfermos por elección y decisión personal.
Yo me aparto de ese esquema, simplemente para no enfermar de complicidad.
ÚLTIMAMENTE, HABLAR DE DOS HECHOS espantosos como los efectuados contra Joaquín Pérez Becerra y Julián Conrado, es como para genera una polémica -absurda- además de pasar a ser “sospechado” de agresor de la patria bolivariana. Nada más ridículo que esto, dicho en la acepción total del término ridiculez.
Y aparecerán otra vez, los verdaderamente ridículos, a avalar desde el silencio para que nadie se enoje o desde la acción, directamente, empujando a que Julián se vea obligado a realizar dos viajecitos forzados. Uno con destino a su tierra, de donde los terroristas lo obligaron a huir, para inmediatamente embarcar rumbo a EE.UU, donde hay otros bolivarianos encadenados, además de 5 Héroes cubanos cuya libertad no dejamos de exigir por obviedad. Y donde hay terroristas de verdad sueltos y gozando la vida, rejuvenecidos luego de haberse bebido toneladas de sangre.
Julian Conrado y Joaquín Pérez Becerra, éste último editor de ANNCOL, creado en el exilio por las víctimas de la guerra sucia en contra la Unión Patriótica. |
LAMENTABLEMENTE NO PODEMOS hacer la misma petición por Julián, porque dirán que somos muy malos, que agredimos a la esencia bolivariana y que se yo cuántas sandeces más. Como dijeron cuando hablamos de Joaquín Pérez B. y se lanzaron como fieras a despedazarnos, aunque sin lograrlo, por supuesto.
Bah, “no podemos” es un decir, simplemente digamos que no quieren que podamos pero a mí me da la gana seguir pudiendo. Y a muchos compañerxs, también.
Es más, no es que sólo nos da la gana, sino que ¡nos da el deber! Lo sentimos como ineludible porque nos baila en la sangre aquella frase célebre de nuestro Che: la solidaridad es la ternura de los pueblos y no pensamos echarla al cesto de basura. Tampoco nos da la gana ni el deber…
Y no nos da, porque no podemos digerir la teoría que parece indicar en este mundo despatarrado que todo “ce’gual”. No queremos naturalizarla como concepto ineludible. No queremos seguir preguntándonos sin obtener respuesta ¿será que la historia se escribirá bolivariano vs. bolivariano?
Carta desde la prisión: CLICK por formato mayor. |
EN ESTE RING ABSURDO donde se juega sin reglamentos con la vida de un hombre que con todo derecho pide refugio por sobrados motivos, y ACNUR se lo otorga considerando el riesgo que corre en su país, ese mismo hombre hoy desconoce cuál será su destino, su paradero final así como las causas que lo podrían obligar a emprender ese viaje hacia el espanto. También lo desconocen los abogados. Lógico, porque no los tiene...
Como internacionalistas, humanistas, como gente de principios irrenunciables no nos cansaremos de pedir ni de sumarnos a cada petición, como corresponde, para que Julián Conrado NO sea extraditado a esa patria donde corre tremendo riesgo.
Sobran razones para esta solicitud y sobran motivos que justifican el pedido de asilo político, de la misma manera que avalaron tantos países del mundo solicitudes similares. Y sobran los que conocen esos motivos, aunque prefieran mirar hacia otro lado.
Es hora de poner la cabeza en su lugar, el sentimiento mantenerlo latente, unir las voces y calmar los nervios de los enojosos, porque gira la rueda de la vergüenza y eso, sinceramente, causa mucha vergüenza. Ajena…
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