domingo, 14 de agosto de 2011

Liber Arce, liberarse...

“Ser joven y no ser revolucionario es hasta una contradicción biológica” (Ché) 


Dolor, estupor, muchísima bronca y también muchísima necesaria reflexión, producen en el mundo entero los brutales ataques contra el movimiento popular en varios puntos del planeta, muy especialmente sobre la población juvenil obrero-estudiantil y amplísimos sectores crecientemente marginalizados de la sociedad capitalista en crisis agónica pero también ferozmente genocida.
No se trata de furiosas y justificadas explosiones populares y respuestas autoritarias a ellas, aisladas o localizadas únicamente en el área “clásica” del capitalismo dependiente.
Son, por un lado, manifestaciones generales muy claras y universales del descontento social cada vez más extendido y profundo, producido tanto en las “neocolonias” como en el llamado “primer mundo”, por medidas político-económicas de la burguesía internacional tratando de garantizar, como siempre, que las crisis no afecten ni a sus ganancias ni a su status parasitario.
Son, también, la evidencia de que la represión y la violencia estatal, traducen la incapacidad de la clase dominante en pretender seguir legitimando un modo de producción y un sistema político-social basado en la explotación y la opresión, que multiplica sin cesar su propio anacronismo congénito y autocondenatorio, y que invariablemente descarga todo el peso del desastre económico-financiero sobre los más jodidos en todo el mundo.
Las movilizaciones callejeras del presente, son la reacción popular –predominantemente espontánea e inorgánica, por ahora- ante las maniobras del poder político-económico-militar trasladando las pérdidas al pueblo trabajador, con disminución de salarios, recorte de la asistencia social, más desocupación y severos perjuicios para la educación y la salud públicas en todas partes.
Cuando nuevamente es la juventud del pueblo trabajador la que se coloca al frente de la protesta y la resistencia con verdadero heroísmo que jamás podrán emular las juventudes comprometidas con la clase dominante, hoy, 14 de Agosto del año 2011, “Día del Niño” en el almanaque criollo del mercantilismo imperial, una parte importante del pueblo oriental rememora y conmemora los 43 años del cobarde asesinato de Líber Arce.
Como si se tratara de un antojo irónico de la fatalidad histórica y a la vez “el designio sobrenatural” y premonitorio de la casualidad, Líber Arce, nada menos, hubo de llamarse el estudiante de odontología ejecutado por el pachecato anticomunista y antiobrero, el 14 de agosto de 1968, año al que bien puede llamársele de la muerte sin resurrección posible del paradisíaco y ya absurdo Uruguay batllista y “civilista”.
“Liber Arce”, se convertía, automática y necesariamente, en “Liberarse”, y este “nombre-consigna” se asoció espontáneamente en el imaginario popular, más allá de cualquier análisis teórico o lógica política, al primer secuestro político del “Uruguay moderno”, ocurrido una semana antes de la masacre obrero-estudiantil, en la persona de un abominable representante del régimen pachequista llamado Ulysses Pereira Reverbel, ya fallecido y merecidamente olvidado por todo el mundo.
Jerarca de UTE responsable de la reciente represión del ´67 / ´68 sobre los trabajadores del ente estatal y autor impune de la muerte de un canillita, en el departamento de Artigas (cuando el trabajador voceaba la tapa de una publicación amarilla que apuntalaba a Pereira como protagonista principal de una “fiesta” de corruptas y corruptos del régimen “tirando la casa por la ventana” con gastos equivalentes al salario promedio de mucho más de un año de veinte trabajadores públicos y privados), Pereira Reverbel fue liberado unas horas antes de la masacre.
Los fragmentos que adjuntamos de una crónica del periodista César Di Candia, no obstante su carácter nada “izquierdista”, ilustran muy bien sobre el clima político vivido en aquellos tiempos fermentales preñados de rebeldía e irreverencia nacidas también de los embates antipopulares de la burguesía oligárquica, en medio de una de las crisis periódicas del sistema, a las que se respondía –con violencia y nada más que violencia- como hoy se responde en el presente aquelarre terminal del sistema capitalista.
La ocasión puntual de este domingo de Uruguay “protegido ante la crisis” y aturdido por el asedio de la prédica “inversionista” a ultranza, no da para extenderse en consideraciones de mayor profundidad, pero sí para poder apreciar cómo aquellos tiempos, a pesar de la ilusión de “salvataje bueno del capitalismo humano” que hoy parece dominar el panorama subjetivo nacional, no son esencialmente distintos a estos tiempos en los que, aquí también, van incubándose las condiciones para que el descontento y la bronca no vengan solamente “del extranjero”, en un mundo con fronteras cada vez más desdibujadas y con urgencias y angustias humanas básicamente idénticas y unificadoras, sea donde sea y se hable el idioma que se hable.
Describía Di Candia:
“(…) La desaparición de Pereira Reverbel fue el detonante final de un estado de violencia que azotaba diariamente a la sociedad del país, en especial la de la capital. El 9 de agosto, el ministro del Interior Eduardo Jiménez de Aréchaga ordenó sorpresivamente el allanamiento de la Universidad de la República, las Facultades de Agronomía, Arquitectura y Medicina y la Escuela Nacional de Bellas Artes. En conferencia de prensa explicó la razón de sus actos: la certeza de que en esos lugares se depositaban armas, panfletos violatorios de las Medidas Prontas de Seguridad vigentes y todo tipo de elementos de apoyo al MLN. El día inmediato, un comunicado oficial del ministerio detalló lo encontrado: en Arquitectura, grampas, bombas incendiarias, cócteles Molotov, varillas de hierro y revólveres de distinto calibre. En Agronomía, hondas para arrojar proyectiles, piedras y una catapulta de madera. En Bellas Artes volantes ofensivos, afiches relativos al gobierno, cartelones y recipientes con ácido. En Medicina manifiestos incitando a la lucha armada, trozos de hierro, grampas y hondas. En la Universidad Central, cartuchos de perdigones, bombas de alquitrán y manifiestos subversivos.
El Consejo Directivo Central de la Universidad contraatacó de inmediato y en un duro manifiesto emitido ese mismo día, denunció que el asalto se había llevado a cabo sin ninguna gestión previa ante las autoridades, que durante el mismo las fuerzas policiales causaron ingentes destrozos y sustrajeron material docente y documentación por valor de varios millones de pesos y que las autoridades universitarias responsabilizan de ese hecho que no tenía precedentes en la historia del país ni en las épocas de los gobiernos más despóticos que ha padecido la República, al presidente de la República Jorge Pacheco Areco y sus ministros, muy especialmente a aquellos que ostentaban títulos universitarios.
En realidad, si bien las autoridades habían fracasado en la obtención de elementos subversivos, (ningún movimiento insurreccional contra un gobierno se lleva a cabo con algunos revólveres, grampas tipo miguelito, panfletos, afiches, varillas de hierro y catapultas caseras de madera) el argumento de la falta de autorización previa esgrimido por la Universidad era pueril. La exigencia de una requisa avisada o prevenida era de una inocencia tal, que parece difícil de concebir en autoridades universitarias.
(…)
La gravedad de los hechos que se acaban de relatar, quedó opacada ese mismo día, como consecuencia de la previsible reacción estudiantil. En respuesta a la acción policial en los centros de enseñanza referidos, que fue tomada como una violación a la autonomía universitaria, las calles céntricas de Montevideo fueron invadidas por miles de estudiantes en actitud francamente agresiva. Los allanamientos se llevaron a cabo a las tres de la madrugada, pero a las 9.30, cuando los primeros estudiantes entraron a los locales y comprobaron lo sucedido comenzaron a manifestar su protesta de una manera que al principio fue inorgónica y luego culminó con violencias y enfrentamientos trágicos. "Sin que se pudiera establecer dónde se formaban los grupos" -dice la crónica del diario El País del 10 de agosto- "a lo largo de la mañana y cerca del mediodía, contingentes estudiantiles hicieron su aparición en puntos distantes de la zona céntrica causando perjuicios al normal desplazamiento vehicular y consiguiendo incluso desviar a varios ómnibus con sus muestras de hostilidad que se materializaron con el golpetear sobre ellos. Efectivos policiales de Seguridad y de la Guardia Republicana no se dieron tregua en correr de un lado a otro para disolver a los grupos que pronto se reagrupaban en otros lugares. (...) Cuando eran las siete de la noche, los disturbios adquirieron mayor gravedad. Para esa hora, pese a que el edificio de la Universidad Central seguía ocupado por un número indeterminado de estudiantes, los efectivos que se mantenían cerca del lugar parecían no ser suficientes. Era visible que a pesar del intenso gaseamiento a que la Universidad era sometida, las pedreas no cesaban y por el contrario aumentaban en su intensidad. Fue en esas circunstancias que hicieron su aparición en la zona numerosos grupos de estudiantes que también arreciaron contra las fuerzas del orden, que en su momento se vieron desbordadas. La violencia desencadenada a todo lo largo de la calle 18 de julio y esporádicamente en calles paralelas, se prolongó por espacio de más de dos horas, al cabo de las cuales la policía logró dominar la situación restableciéndose paulatinamente el orden. Pasados los primeros momentos de agudo confusionismo, en medio de un mar de agudas y contradictorias versiones, se pudo ir teniendo una idea aproximada del saldo provisional de heridos que las refriegas habían dejado. Mario Toyos, de diecisiete años, estudiante de Preparatorios de Agronomía en el IAVA, recogido en la intersección de Eduardo Acevedo y Lavalleja, al cual una granada de gas lacrimógeno le había estallado en su cabeza, sufrió fractura y hundimiento del cráneo con pérdida de masa encefálica. Se advirtió la presencia de gas en el cerebro". Hubo, además, varios estudiantes heridos de bala y cinco policías trasladados al Hospital Militar, pero todos ellos fuera de peligro. 
Como corolario de lo actuado por el Ministerio del Interior en la Universidad y otros centros de estudio, el Poder Ejecutivo, ante la gravedad de la agitación estudiantil, solicitó al Senado la venia para destituir a los miembros del Consejo Central Universitario. Seguramente, la medida era coherente con la firmeza que se había propuesto del gobierno, pero no contribuyó a aliviar la situación. Más irritados de lo que ya estaban, los estudiantes volvieron a largarse a las calles el día lunes realizando manifestaciones de acuerdo a los horarios de sus clases. Volvamos a la crónica de los diarios: "Nuevos y graves desórdenes volvieron a registrarse ayer al chocar estudiantes y policías en distintos puntos de la capital. Un saldo no definitivo ni oficial de los disturbios comprendía a varios estudiantes heridos de bala -uno de gravedad-, diecinueve policías heridos, algunos también de bala y numerosos comercios dañados como consecuencia de las intensas pedreas. No hay constancia tampoco de la cantidad de personas afectadas por la acción de los gases lacrimógenos disparados con profusión para poner fin a las revueltas. Tras varias horas de lucha, el inicialmente compacto contingente de estudiantes fue cediendo hasta que los últimos buscaron refugio en el edificio de la Universidad, desde donde a partir de las nueve de la noche, se les permitió su retiro sin ningún requisito previo (...) Las autoridades policiales advierten con creciente preocupación que la propalación de falsas informaciones está contribuyendo a acrecentar el ya demasiado enrarecido clima que un día sí y otro también (...) desemboca en actos de la más desenfrenada violencia. (...) Esta recomendación alude directamente a volantes que ayer fueron distribuidos en distintos puntos de la ciudad bajo el título: “¿Por qué se oculta la muerte del estudiante Mario Toyos?" En realidad, Toyos no había fallecido, aunque seguía grave.
Las docenas de gaseados, heridos de bala y lastimados producidos en la Universidad y sus alrededores (exactamente dos meses después y a una escala mucho mayor pasaría lo mismo en las universidades de París) fueron consecuencia de una muerte terrible, que todavía hoy es esgrimida como un símbolo de la resistencia estudiantil. Los hechos habían ocurrido cerca del mediodía, en las proximidades de la Facultad de Veterinaria.
La crónica policial del diario El País, los recogió de esta manera: "En la seccional novena se tuvo conocimiento de que alrededor de cuatrocientos estudiantes se hallaban concentrados con evidentes propósitos de manifestar. El grupo se había concentrado frente mismo a la Facultad, en General Prim entre Julio César y Larrañaga y hasta allí se dirigieron un oficial y tres agentes a bordo de un jeep. El oficial confió en su persuasión y descendió, dirigiéndose hacia la concentración pretendiendo hablar con los estudiantes. Su actitud quizá fue mal interpretada y de inmediato se le rodeó y derribó, por lo que el funcionario accionó su arma de reglamento vaciando el cargador. A consecuencia de su proceder, Líber Artes (textual) oriental, soltero de veintiocho años domiciliado en Chimborazo sin número, estudiante de veterinaria, cayó gravemente herido alcanzado en la región inguinal. Se le condujo al Hospital de Clínicas donde fue sometido a una prolongada intervención quirúrgica. La Jefatura de Policía dispuso en relación a este episodio, la inmediata separación de los funcionarios actuantes, la instrucción de una información sumaria y el sometimiento de los mismos a la Justicia".
Un parte médico referido al estado de salud del estudiante Líber Arce, (ahora sí escrito correctamente) expedido a medianoche en el Hospital de Clínicas, luego de advertir que el estado del paciente era muy grave, expresaba textualmente, entre otros conceptos médicos: "Diagnóstico lesionar del enfermo. Anemia aguda, paro cardíaco que se recuperó con masajes. Herida de arteria femoral izquierda en la confluencia de la femoral superficial y profunda con pérdida de sustancia y arrancamiento de la arteria femoral profunda".
Líber Arce que no era estudiante de veterinaria como consigna la información antedicha, sino que estudiaba para auxiliar de odontología, falleció a la mañana siguiente.
Para unos, había sido un agitador social, un estudiante eterno de 28 años que promovóa desórdenes en un centro de enseñanza que no era el suyo. Para otros, el hijo de un obrero que desde temprana edad se había afiliado a la Unión de Juventudes Comunistas e incluso había viajado a Moscú y luchaba por las causas populares. Fue velado en el atrio de la Universidad y la inmensa multitud que acompañó su cuerpo hasta el cementerio del Buceo, transformó el hecho en un sorprendente y doloroso plebiscito popular contra la política del gobierno.
Era muy claro a esa altura -y las elecciones de 1971 habrían de confirmarlo- que el país (con prescindencia de las simpatías o antipatías que despertara el movimiento tupamaro) se había radicalizado hondamente y desde el punto de vista ideológico estaba separado en dos mitades casi exactas.
La casualidad enlaza a veces lo trágico con lo frívolo. La misma noche en que Líber Arce agonizaba, se presentaba en el teatro Solís Maurice Chevalier, seguramente el cantante francés más famoso del siglo, quien estaba de gira por América para festejar sus 80 años.
Como era previsible, la agitación no cesó con el entierro de Líber Arce, aunque todos reconocieron que había tenido lugar en medio de un recogimiento que era el reflejo de la propia congoja de los participantes. Pero a la noche cambiaron las cosas, cumpliéndose las predicciones de quienes pensaban que la calma terminaría junto con el acto del sepelio. El diario El País, que traía en su portada una enorme foto en colores del incendio de un auto y otra de la vidriera de la sucursal Cordón del Banco de Crédito hecha añicos, coronadas por un gran titular que decía: Pese al pedido de calma grandes daños y desmanes, se refería a lo ocurrido de acuerdo a este resumen. "Unos cuatro mil revoltosos, se adueñaron anoche de toda la avenida 18 de julio dedicándose a destrozar escaparates y vidrieras comerciales. Blancos predilectos de los desordenados parecieron ser los locales bancarios ubicados a lo largo de la avenida. Muebles de un club político fueron substraídos y amontonados en la calles, donde les prendieron fuego apedreándose después a los bomberos. Posteriormente se produjeron saqueos en varios de los comercios destrozados. Muchos de los manifestantes empuñaban armas de fuego que fueron disparadas contra casas comerciales. La policía estaba ausente de la calle". Por su parte, la versión oficial de los sucesos proporcionada por la propia Jefatura de Policía de Montevideo, decía lo siguiente. "La Jefatura de Policía hace saber que con posterioridad al sepelio del estudiante Líber Arce, llevado a cabo con total normalidad, se organizaron sorpresivamente manifestaciones integradas por grupos de cuatrocientas a quinientas personas que convergieron desde la av. Rivera y desde la av. 8 de octubre, sobre la av. 18 de julio.

Gabriel Carbajales
http://elmuertoquehabla.blogspot.com/2011/08/liber-arce-liberarse.html

¡SER JOVEN SIEMPRE Y GRITAR SIEMPRE, 
HASTA LA VICTORIA, “LÍBER ARCE / LIBERARSE”!!! 

1 comentario:

  1. Extracto de una investigación:
    “En determinado momento el oficial es derribado de una pedrada que le hace perder su gorra y al reincorporarse nuevamente un proyectil da por tierra con él. En esas circunstancias, percibiendo que la agresión contra él tuviera graves consecuencias para su integridad física que incluso estaba corriendo riesgo de vida, desenfundó su arma de reglamento y advirtió que haría uso de la misma y al persisitir los desaforados en su atropello, efectuó un disparo desde el piso, que hirió a quien resultó ser Liber Walter Arce Risotto el que fue trasladado por un vehículo particular al Hospital de Clínicas dejando de existir al día siguiente en ese nosocomio. Apenas sucedido el hecho se había enterado al entonces titular del antiguamente denominado Juzgado Letrado de Instrucción de Primer Turno, quien había ordenado que los policías actuantes permanecieran en calidad de detenidos e incomunicados y que al día siguiente comparecieran en su despacho lo que así se hizo. Pero en ese momento el herido ya había dejado de existir”.
    ¿QUIEN ERA LIBER WALTER ARCE RISOTTO? “Cabe agregar que Líber Arce era afiliado a la U.J.C. (Unión de Juventudes Comunistas) desde el 07-06-958, carnet Nr. 664, sector Arquitectura, según figura en la página 27 de la publicación Nr. 161 de marzo de 1962, del ‘Secretariado de Estudio de Publicaciones MONDEL’. También es importante destacar que al momento de su muerte ya tenía treinta años y averiguaciones realizadas en ese entonces, determinaron que había estado inscripto en otras varias facultades, en las que nunca había rendido un examen y que su actividad real era la de feriante, ayudando a su padre en esa tarea. No quedaron dudas por tal motivo que había concurrido a la Facultad de Veterinaria solamente para causar estragos, ya que en ese centro universitario ni siquiera estaba inscripto. Asimismo, informaciones proporcionadas por fuentes confiables, establecieron que había viajado a Moscú en donde fue alumno de la tristemente célebre Escuela ‘Patricio Lumumba’ que preparaba a los jóvenes en tareas de agitación, figurando en su pasaporte su pasaje por Praga”, escribió Merica.

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