Ha quedado pulverizada cualquier ilusión en que Barack Obama sería diferente con Cuba. De todos modos los cubanos siguen con tres demandas básicas. Lo suyo es la gota que algún día horadará la piedra.
Emilio Marin
Está claro que Cuba es socialista, como lo reiteró el VI Congreso de su Partido Comunista. Y también es evidente que Estados Unidos es un imperialismo un poco venido a menos, pero sin perder su esencia. ¿Qué deberían hacer estos dos vecinos separados por apenas 90 millas de agua? Lo lógico sería que convivieran pacíficamente, como tantos otros de distintos regímenes sociales que mantienen buenas relaciones económicas, culturales y hasta políticas.
Esa es la lógica. De hecho EE.UU. mantiene vínculos con la poderosa China Popular, por supuesto no exentos de roces, pero éstos están ínsitos entre naciones con diferentes paradigmas y organización social.
Washington no puede, o mejor, no quiere, cultivar relaciones normales con Cuba, a la que bloquea en forma total desde 1962 (la bajada de cortina fue decisión del "bueno" de John F. Kennedy).
Se entiende que a esos presidentes, desde Dwight Eisenhower hasta el actual, les moleste la existencia de un país socialista en el Hemisferio Occidental. Se supone que al Palacio de la Revolución tampoco le agrada el funcionamiento de esa plaga de bancos y trasnacionales especialistas en saqueo y generación de crisis internacionales, más el armamento nuclear apuntando a todas partes, La Habana incluida.
Pero la política internacional no se resuelve con simpatías ni antipatías. Y, aunque opuestas por el vértice, Cuba y EE.UU. son dos realidades en el mundo. Cuba se ha dado cuenta hace muchísimos años de eso y actúa en consecuencia, buscando normalizar la relación con el mal vecino. El imperio, en cambio, sigue agrediendo al que vive medianera de por medio. Queda a la vista quién quiere convivir pacíficamente y quién no.
Si alguien tenía algunas dudas, las habrá develado en marzo de 2003, cuando -tras la invasión norteamericana a Irak- ultra beligerantes de La Florida, gobernada entonces por el hermano del presidente Bush, agitaban carteles diciendo "Ya llegamos a Bagdad, ahora a La Habana".
¿No será un poco exagerada esa acusación unilateral a la superpotencia? No. No es exagerado. Esa es la parte agresiva de esta historia y no rectifica.
Eso se demuestra con dos ejemplos sencillos. En octubre del año pasado la Asamblea General de la ONU resolvió por 187 votos a favor y 2 en contra, que Estados Unidos debía levantar el bloqueo económico y comercial contra la Mayor de las Antillas. Fue la votación nº 19 en el mismo sentido pero el bloqueador no se dio por enterado, cuando los daños económicos directos provocados a su víctima ya superan los 750.000 millones de dólares.
Obama es el terrorista.
Ese bloqueo califica como acto criminal -por las consecuencias de sufrimientos y aún de muerte que siembra entre la población- y fue prorrogado por Obama cada año que lleva instalado en la Casa Blanca. Basa la prórroga en una "ley de guerra contra país enemigo" que data de 1917, pese a que no puede probar que desde la Patria de José Martí se le haga guerra alguna.
Salvo que el afroamericano juzgue "acto de guerra" que el gobierno de Raúl Castro haya graduado a 40 jóvenes estadounidenses como médicos, tras estudiar seis años en la Escuela Latinoamericana de Medicina. Cualquiera diría que esa fue una muestra de amor y solidaridad con "los de abajo", aún de un país por "arriba" gobernado por los verdugos de Cuba.
En agosto se conocieron dos nuevos casos de reforzamiento de ese injusto bloqueo, forzado por la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros (OFAC), que se dedica a controlar activos (léase de quienes comercian con La Habana).
Por un lado fue sancionada con 374.400 dólares una compañía francesa de transporte marítimo, CMA CGM, por prestar servicios a la isla, tales como transportar productos agrícolas y medicamentos. Un horrible delito...
Por el otro, el banco estadounidense JP Morgan Chase confirmó el 26/8 que debió pagar una multa de 88,3 millones de dólares tras ser acusado de violar restricciones puestas contra la isla. Así actúan los campeones del libre comercio mundial.
Obama incluyó otra vez a Cuba en la lista de Estados "que patrocinan el terrorismo internacional". En la nómina están además Irán, Siria, Sudán, Corea del Norte y otras autoridades que le caen mal al Departamento de Estado. Esta forma de sanción fue adoptada el 18 de agosto. Al día siguiente la cancillería de Cuba, conducida por Bruno Rodríguez Parrilla, recogió el guante. "Cuba exige al gobierno de EE.UU. que castigue a los verdaderos terroristas que hoy residen en territorio norteamericano, libere a los Cinco Héroes y ponga fin a la política de bloqueo y hostilidad contra nuestro país, que atenta contra los intereses legítimos de ambos pueblos", decía el comunicado oficial.
¿Cuba terrorista? ¿De dónde? ¿Adónde? Hasta donde alcanzan a ver los ojos de los simples mortales, las prisiones ilegales de Guantánamo y Abu Ghraib son operadas por militares norteamericanos. Los bombardeos en Afganistán, Irak, Pakistán y Libia, largan bombas y misiles "made in USA". Los golpes de Estado en Honduras y la represión en Colombia, tienen ese sello. Los intentos golpistas en Venezuela, Bolivia y Ecuador, otro tanto.
Antes se decía que Bush era el terrorista. Recluido desde enero de 2009 en su rancho de Texas, fue reemplazado por Obama, un sonriente encantador de serpientes que pica con el veneno mortal que les extrajo a éstas.
¿Cuándo entenderá EE.UU. que su enemigo no es Cuba? Lo fue, por caso, el Huracán Irene, que le provocó 37 muertos. Hasta en ese tema podría aprender de la isla, que tiene una gran experiencia de capear esos temporales.
Pie de igualdad o nada.
El gobierno cubano y muchas entidades humanitarias del mundo claman por la libertad de los Cinco Cubanos presos en cárceles de EE.UU. Desde el 12 de septiembre de 1998 están presos esos luchadores que alertaban a su país de atentados terroristas organizados por la mafia cubana-estadounidense de Miami. En un juicio amañado, parcial y sin pruebas, fueron castigados a un total de cuatro condenas perpetuas y 77 años. Fue una injusticia casi tan grande como la que mandó a la horca a los Mártires de Chicago y a Sacco y Vanzetti.
Este 12 de septiembre se cumplirán trece años de tamaña violación del derecho a la defensa en un juicio y en un lugar imparcial, que no podía ser Miami, la cloaca de la referida mafia.
Agotadas las instancias judiciales y con la Corte Suprema de Justicia que decidió no revisar el caso, sólo resta la demanda a Obama de que los indulte. Como hormiguitas sin descanso, muchas asociaciones de amistad con Cuba están reuniendo un millón de firmas en el mundo para solicitarle al presidente que indulte a esos prisioneros. Dos de éstos hace trece años que no pueden recibir la visita de su respectiva esposa ni de sus familias porque Washington no les concede visas para entrar a territorio norteamericano. Diez premios Nobel se han expresado a favor de esas libertades. Entre ellos no está el sorpresivo Nobel de la Paz 2009, que por entonces llevaba sólo 8 meses en la Casa Blanca y no había hecho méritos ni para que le dieran un premio menor en su vecindario.
Esas dos son las primeras reivindicaciones cubanas frente a su mal vecino: que pare el bloqueo y libere a los Cinco. El resto de las cuestiones donde hay diferencias entre las dos partes, pide sean negociadas en un diálogo pacífico, entre dos interlocutores en pie de igualdad.
Desde que en 2006 Raúl Castro debió tomar el puesto de presidente del país, con su hermano Fidel con problemas de salud, tendió su rama de olivo. Y la mano ofrecida para una discusión racional de las disputas pendientes, siguió en esa posición, abierta.
Lamentablemente tales negociaciones no fueron aceptadas por Washington, salvo en forma esporádica para tratar asuntos migratorios. Ni siquiera en este tópico hubo buenas noticias, pues el imperio no cumple con el acuerdo vigente de conceder hasta 20.000 visas anuales para quieran viajar a La Florida.
Es seguro que si Obama aceptara conversar de igual a igual con Castro, al otro día se podrían sentar a buscar soluciones a los diferendos. Los cubanos plantean que eso debe ser una negociación de iguales y no una rendición supeditada a que dejen de lado sus principios y el socialismo.
Mientras ese tiempo llega, Cuba seguirá bajando la mortalidad infantil y mejorando su economía afectada por el bloqueo, pero también por errores propios. Cuando el mal vecino esté listo, que tenga el valor de tocar el timbre y será recibido con una mesa bien servida. Lo que falte en ésta será por culpa del bloqueo.
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