jueves, 18 de agosto de 2011

¿Qué pasó con las revoluciones en el mundo árabe?

Samir Amin
Pasaron algo más de seis meses y los oligopolios mediáticos han desplegado una espesa cortina de humo sobre las rebeliones del Norte de África. En esta nota, el economista egipcio Samir Amin ofrece un breve y esclarecedor análisis del momento actual, con referencias a los casos de Túnez y Egipto pero también a la situación imperante en Libia, Siria y Yemen.


“La revolución en el mundo árabe recién comienza”
Hassane Zerrouky entrevista a Samir Amin
(Traducción: Atilio A. Boron)

¿Cuál es su opinión sobre lo que está sucediendo en el mundo árabe seis meses después de la caída de Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto?
Samir Amin. Lo cierto es que nada será como antes. Porque no es un  levantamiento cuyo único propósito haya sido deshacerse de los dictadores sino un movimiento de protesta de larga duración que pone en tela de juicio tanto el orden social, incluyendo las manifiestas desigualdades en la distribución del ingreso, como  el orden internacional: el papel de los países árabes en el orden económico mundial para poner fin a su sumisión al neo-liberalismo y a los dictados de los Estados Unidos y la OTAN en el orden político global. Este movimiento, que ambiciona democratizar la sociedad exigiendo justicia social y nuevas políticas económicas y sociales nacionales -y, yo agregaría, anti-imperialistas- está destinado a durar muchos años y seguramente tendrá sus alzas y bajas, sus avances y retrocesos, dado que difícilmente pueda encontrar solución a sus propias demandas  en un plazo de semanas o inclusive meses.

¿Le sorprende que estos levantamientos hayan sido llevados adelante o conducido por nuevos actores sociales - especialmente a los jóvenes?
Samir Amin. No, es muy positivo. Las nuevas generaciones se han re-politizado. En Egipto, por ejemplo, la juventud está muy politizada pero a su manera, por fuera de los partidos tradicionales de la oposición egipcia (que son de tradición marxista). Sin embargo no se repolitizan contra estos partidos. Pero su despertar político no se realizó en contra de dichos partidos. Les puedo decir que en la actualidad existe una simpatía espontánea y profunda entre los jóvenes y los partidos de la izquierda marxista radical, incluyendo aquellos de la tradición socialista y comunista.

Usted dice que es este es un movimiento de larga duración, pero si tomamos el ejemplo de Egipto, ¿no existe el riesgo de que estas revoluciones sean secuestradas por las fuerzas conservadoras?
Samir Amin. Ciertamente existen riesgos de varios tipos, incluyendo el desarrollo a corto o mediano plazo de una alternativa islámica y reaccionaria. Este es, por cierto, el proyecto de los Estados Unidos y, por desgracia, también el de Europa, al menos en lo que respecta a Egipto. El plan es establecer una alianza entre las fuerzas reaccionarias egipcias y los Hermanos Musulmanes. Esta es, en otras palabras, una alianza apoyada por los aliados de Washington en la región, comandados por Arabia Saudita y apoyada, tal alianza, inclusive por Israel. ¿Podrá tener éxito? Es posible que funcione en el mediano plazo, pero no ofrecerá ninguna solución a los problemas del pueblo egipcio. Por lo tanto, el movimiento de protesta y la lucha va an continuar y crecer. Además, debemos  ser conscientes que la Hermandad Musulmana se encuentran en crisis ...

En relación a lo que usted ha mencionado, ¿qué piensa de lo que sucede en Siria, donde en primer lugar el régimen de Bashar Al Assad acaba de autorizar un sistema multipartidario para restaurar la calma?
Samir Amin. La situación de Siria es extremadamente compleja. El régimen Baath, que había sido legítimo durante mucho tiempo, ya no lo es en absoluto: se ha convertido cada vez más autocrático, cada vez más un estado policial, y al mismo tiempo, en lo sustantivo, haciendo enormes concesiones al liberalismo económico. No creo que este sistema pueda transformarse en uno de carácter democrático. Hoy en día se ha visto obligado a hacer concesiones, lo que es una buena cosa, porque una intervención extranjera como la que se está llevando a cabo en Libia    –que por suerte no es posible en el caso de Siria- sería otra catástrofe. Además, en comparación con Egipto y Túnez, la debilidad en Siria es que los movimientos de protesta son muy heterogéneos. Yo no quiero generalizar pero muchos de esos movimientos carecen de un programa político que vaya más allá de la protesta, sin establecer una conexión entre la dictadura política del régimen y sus opciones liberales en materia de política económica.

¿No teme una implosión de Siria y que haya un riesgo de enfrentamiento sectario entre sunitas, alawitas (la principal minoría étnico-religiosa de Siria) y los cristianos drusos?
Samir Amin. Es un riesgo. La implosión de los estados en la región es un proyecto de los Estados Unidos e Israel. Pero no será fácil porque el sentimiento nacional es un factor muy poderoso en Siria en todos los movimientos que desafían al régimen, a pesar de las diferencias existentes entre ellos.

También está Yemen, un aliado de los Estados Unidos?
Samir Amin. Los Estados Unidos apoyan el régimen de Ali Abdullah Saleh. La razón es el miedo al pueblo de Yemen, especialmente en el sur. Allí hubo un  régimen marxista progresista que disfrutaba de un fuerte apoyo popular, y cuyas fuerzas están activamente involucradas en el movimiento de protesta social. Washington y sus aliados temen una desintegración del país y la restauración de un régimen progresista en el sur de Yemen. Esta es la razón por la cual el régimen yemenita, con la aprobación de Estados Unidos, está permitiendo que al-Qaida (que es un instrumento ampliamente manipulado por los Estados Unidos) ocupe las ciudades del sur para amedrentar a los sectores progresistas y obligarlos a aceptar el mantenimiento de Saleh en el poder.

Y con respecto a la situación en Libia, existe el riesgo de implosión?
Samir Amin. La situación es trágica, pero muy diferente a las de Egipto y Túnez. Las fuerzas de oposición en Libia no son mejores que el régimen. El Presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), Moustapha Abdel Jalil, es un curioso demócrata: fue el juez que condenó a las enfermeras búlgaras a la muerte antes de ser promovido a Ministro de Justicia por Gaddafi. El CNT es un bloque de fuerzas ultra-reaccionarias. En cuanto a los Estados Unidos, no es el petróleo libio lo que están buscando por la sencilla razón que ya lo tienen en sus manos. Su objetivo es poner a Libia bajo su tutela  para allí establecer el Africom (el Comando Militar de Estados Unidos para África) actualmente con sede en Stuttgart, Alemania, dado que los países africanos, no importa lo que usted piense acerca de ellos, se negaron a aceptar su radicación en África. En cuanto al riesgo de la desintegración del país en dos o tres estados, Washington podría optar por aplicar la fórmula política utilizada en Irak: mantener una unidad formal bajo la protección militar occidental.

La entrevista original "Samir Amin «C’est un mouvement qui va durer des mois et des années»"  fue publicada en L'Humanité el 1º de Agosto de 2011. 

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