
El 26 de Junio se me pasó por alto recordar la fecha de nacimiento de Salvador Allende, político socialista que asumió como presidente de Chile el 4 de Noviembre de 1970 y depuesto –y por lo que se sospecha, asesinado- durante el criminal golpe militar del 11 de Septiembre de 1973. Allende fue un político notable, de gran coherencia a lo largo de toda su vida. Demócrata ejemplar e incondicional amigo de Cuba, Allende fue presidente de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), creada en Cuba en 1967 para coordinar las luchas de los diferentes movimientos y fuerzas antiimperialistas de América Latina. Por su trayectoria y su radical intransigencia Allende fue objeto de una sistemática agresión por parte de Washington desde el mismo momento en que triunfó en las elecciones de 1970: recuérdese que el infame Richard Nixon le ordenó a su compinche Henry Kissinger que “hiciera chirriar cada tornillo y cada tuerca de Chile”; y que la CIA promovió y colaboró en el asesinato del general constitucionalista René Schneider pocos días antes que el Congreso chileno ratificara el triunfo de Allende. A partir de ese momento la agresión imperialista fue in crescendo, sin ninguna clase de escrúpulos o miramientos, propiciando paros patronales, sabotajes y asesinatos.

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